lunes, 15 de mayo de 2017

DESARROLLO MORAL DE KOHLBERG

Resultado de imagen para kohlbergEl estudio de la moral es algo que constantemente está generando dilemas, dudas y teorías.
Prácticamente todas las personas se han preguntado en algún momento acerca de lo que está bien y lo que no lo está, sobre cuál es el mejor modo en el que ordenar las prioridades para llegar a ser una buena persona, o incluso acerca del mismo significado de la palabra "moral". Sin embargo, muchos menos se han propuesto estudiar no ya lo que es el bien, el mal, la ética y la moral, sino el modo en el que pensamos en esas ideas.
Si lo primero es tarea de los filósofos, lo segundo entra de lleno en el terreno de la psicología, en el que destaca la teoría del desarrollo moral de Lawrence Kohlberg.

En el nivel preconvencional, "el niño es receptivo a las normas culturales y a las etiquetas de bueno y malo, justo o injusto, pero interpreta estas etiquetas en función bien sea de las consecuencias físicas o hedonistas de la acción (castigo, recompensa, intercambio de favores) o en función del poder físico de aquellos que emiten las normas y las etiquetas. El nivel se divide en los dos estadios siguientes:
  • Estadio 1: La orientación a la obediencia y el castigo. Las consecuencias físicas de la acción determinan su bondad o maldad, con independencia del significado o valor de tales consecuencias. La evitación del castigo y la deferencia incuestionable hacia el poder se valoran por sí mismas y no en función del respeto a un orden moral subyacente apoyado en el castigo y en la autoridad.
  • Estadio 2: La orientación instrumental relativista. La acción justa es la que satisface instrumentalmente las necesidades del yo y, ocasionalmente las de los otros. Las relaciones humanas se consideran de un modo similar a las propias del mercado. Se encuentran presentes elementos de honestidad, reciprocidad y de participación igual, pero se interpretan siempre desde un modo físico-pragmático. La reciprocidad es un asunto de "tú me rascas la espalda y yo te rasco la tuya", no de lealtad, gratitud o justicia.
En el nivel convencional, se considera que el mantenimiento de las expectativas de la familia, el grupo o la nación del individuo es algo valioso en sí mismo. La actitud no es solamente de conformidad con las expectativas personales y el orden social, sino de lealtad hacia él, de mantenimiento, apoyo y justificación activos del orden y de identificación con las personas o el grupo que en él participan. En este nivel hay los estadios siguientes:
  • Estadio 3: La orientación de concordancia interpersonal de "buen chico - buena chica". El buen comportamiento es aquel que complace y ayuda a los otros y recibe su aprobación. Hay una gran conformidad con las imágenes estereotipadas en relación con el comportamiento mayoritario o "natural". Frecuentemente se juzga el comportamiento en virtud de la intención. "tiene buena intención" es algo que, por primera vez, tiene importancia. Uno gana la aprobación siendo "agradable".
  • Estadio 4. Orientación de ley y orden. Hay una orientación hacia la autoridad las normas fijas y el mantenimiento del orden social. El comportamiento justo consiste en cumplir con el deber propio, mostrar respeto por la autoridad y mantener el orden social dado porque es valioso en sí mismo.
En el nivel postconvencional, autónomo o de principios, hay un esfuerzo claro por definir los valores y los principios morales, que tienen validez y aplicación con independencia de la autoridad que los grupos o personas que mantienen tales principios y con independencia de la identificación del individuo con tales grupos. Este nivel también tiene dos estadios:
  • Estadio 5. La orientación legalista, socio contractualista, generalmente con rasgos utilitarios. La acción justa tiende a definirse en función de derechos generales e individuales y de pautas que se han examinado críticamente y aceptado por toda la sociedad. Existe una conciencia clara del relativismo de los valores y las opiniones personales y se da la importancia correspondiente a las normas procedimentales como medio para alcanzar el consenso. Aparte de los acuerdos constitucionales y democráticos, lo justo es un asunto de "valores" y "opiniones" personales. El resultado es una importancia mayor concedida al "punto de vista legal", subrayando la posibilidad de cambiar la ley en función de consideraciones racionales de utilidad social (antes que congelarla como se hace en el estadio 4 de "ley y orden"). Fuera del ámbito de lo jurídico, el acuerdo libre y el contrato son los elementos vinculantes de la obligación. Esta es la "moralidad" oficial del Estado y la Constitución norteamericanos.
  • Estadio 6:La orientación de principios éticos universales. Lo justo se define por una decisión de la conciencia de acuerdo con principios éticos que ella misma ha elegido y que pretenden tener un carácter de amplitud, universalidad y consistencia lógicas. Estos principios son abstractos y éticos (la regla de oro, el imperativo categórico), no son normas morales concretas, como los Diez Mandamientos. En esencia, éstos son principios universales de justicia, reciprocidad e igualdad de los derechos humanos y de respeto por la dignidad de los seres humanos como individuos.

CONDUCTA PRO-SOCIAL EN NIÑOS


Se refieren a los actos realizados para beneficiar a otros por razones distintas de la ganancia personal. Los niños muestran éstos al compartir con los demás, al cooperar, al tomar turnos o al estar allí por un amigo en necesidad. 

Resultado de imagen para altruismoAyudar desinteresadamente a los demás suele ser un comportamiento aprendido. Los padres que demuestran conductas prosociales predican con el ejemplo. Los niños pueden aprender acerca de ayudar a los demás a través de estudios de grupos religiosos o de otro tipo. Las escuelas proporcionan un ambiente comunitario que es ideal para animar y modelar conductas prosociales.



EMPATÍA

Todos los niños nacen con la misma capacidad para la empatía. La forma en que se desarrolla depende del entorno. Los padres sensibles tienen más probabilidades de tener hijos que desarrollan conductas prosociales por sí mismos. Anima a los niños a pensar en cómo se sienten los otros y a que se pongan en sus zapatos. Habla sobre cómo se sentiría al perder a un padre, estar en una silla de ruedas o al mudarse a una nueva casa. Entender sobre lo que es ser diferente ayudará a los niños a saber cómo hacer que sea más fácil para los demás. La empatía ayuda a desarrollar también la comprensión y el conocimiento donde ellos puede que necesiten la ayuda de otras personas un día.

VALORES MORALES

Los valores morales dictan lo que es correcto e incorrecto. Un niño con fuertes valores morales puede reconocer un error y ser más propenso a actuar para hacer lo correcto. Los estudios religiosos pueden ser un factor para la moral del aprendizaje ya que la religión es a menudo un área de estudio en el que las conductas correctas e incorrectas se discuten con sus consecuencias. La religión no es la única fuente de valores morales. Las expectativas para la conducta prosocial de los padres y maestros inculcan los valores morales e influyen en cómo un niño trata a los hermanos, los ancianos, los maestros y los compañeros.

RESPONSABILIDAD PERSONAL

El poder de una persona es una gran lección para un niño. Aprender que sus acciones pueden afectar a una comunidad, de manera positiva o negativa, puede abrir los ojos de un niño sobre su influencia. Asumir la responsabilidad de las acciones circundantes es un gran salto en las conductas pro-sociales, pero también uno de los más pequeños. Un comentario al margen a la maestra, una mano en el hombro de un amigo que está pasando por un dolor. Estos pequeños gestos pueden marcar una diferencia en la vida de alguien. Puede tomar años para entender el poder que uno tiene.

NOTA...

Los niños aprenden con el ejemplo y la experiencia. Muéstrales el comportamiento altruista y dales la oportunidad de demostrarlo. Permite que ayuden a sus hermanos menores o a los compañeros de clase siendo un mentor. Ayúdalos a recoger fondos para una campaña de donación en su escuela. Las amenazas y los castigos pueden ser eficaces para mantener controlado un comportamiento negativo, pero no promoverán las conductas prosociales. Hablar sobre los comportamientos positivos, tener expectativas y modelos claros son los métodos más eficaces para animar a los niños a hacer más por los demás sin pensar en sí mismos.

martes, 4 de abril de 2017

RELACIONES ENTRE IGUALES EN ETAPA INFANTIL

Las relaciones sociales de cero a dos años
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Durante los primeros meses las limitadas capacidades motrices y cognitivas que poseen los bebés no les permiten establecer una relación social propiamente dicha por lo que no suelen manifestar un interés social por otros bebés de su misma edad, aunque sí por las figuras de apego como mamá, papá, el hermanito o hermanita, abuelos o tíos.

A partir de los 6 meses comienza a haber reciprocidad entre niños de la misma edad pero ésta es muy rudimentaria, por ejemplo sonríen al notar la presencia del otro niño en el parque. No obstante, si este niño realiza alguna acción para continuar la conversación iniciada, lo más probable es que el niño de seis a doce meses lo ignore o no emita una respuesta apropiada.

Sin embargo, a partir de los 12 meses los niños comienzan a manifestar un interés creciente por lo que hacen los otros, por ejemplo imitan la forma en que juegan los otros niños y muestran agresividad cuando otro niño agarran su juguete. Normalmente, sus deseos de cooperación son más notorios que los de dominación y querrán buscar a los otros niños para jugar con ellos cada vez que lleguen a un sitio como el parque o la playa, donde hay más niños.

Así la conducta se va haciendo cada vez más social, ya reconocen a los otros niños como reales y no como objetos físicos y desarrollan actividades junto a éstos aunque de forma paralela. Una acción muy habitual en esta etapa es ver a varias niñas sentadas jugando a que toman el té, sin embargo, aunque desde fuera pueda parecer que están tomando el té juntas, cada una está inmersa en su propio juego simbólico en el que las demás no están incluidas.

Las relaciones sociales de dos a seis años

A partir de los dos años, el juego en paralelo dará poco a poco paso al juego cooperativo, sobre todo en forma de juego imaginario. 

Al principio de la etapa de Educación Infantil, los niños practican el juego simbólico utilizando materiales “reales” como por ejemplo, un coche de juguete, sin embargo, a medida que cumplen años, los pequeños no necesitan apoyarse en objetos parecidos a los reales para jugar de forma simbólica, porque su desarrollo cognoscitivo permite que utilicen su imaginación para dotar de propiedades específicas a cualquier objeto que deseen. Aquí cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia porque un plátano se puede convertir en un teléfono o un guante en una peligrosa araña.

A través del juego simbólico el niño explorará roles y comportamientos propios de los “mayores” . Además utilizará su imaginación pata liberar tensiones y miedos recreando aquello que le asusta y cambiando su respuesta tantas veces como sea necesario.

Además, a través de las simulaciones los pequeños adoptan diferentes puntos de vista (el de madre, profesora, hermana, abuela, etc) y pueden entender mejor las emociones de los otros. Esto facilitará el desarrollo de su inteligencia emocional.

Se puede jugar de forma imaginaria tanto en solitario como el grupo, pero cuando el pequeño opta por esta segunda opción, algo que es normal en esta etapa del desarrollo, tendrá que aceptar las normas de sus compañeros de juego. Estas normas suelen ser creadas y respetadas por la mayoría de los miembros del grupo y suponen la puerta hacia un tipo de juego que tendrá más importancia en los próximos años del niño: el juego de reglas. 

Lo normal es que a partir de los dos o tres años, el niño busque a sus iguales para jugar, si esto no ocurre se debe consultar a un profesional de la psicopedagogía para que proporcione estrategias a padres y profesores para que ayuden al niño a integrarse en el juego con los demás niños
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CONDUCTA PRO-SOCIAL


Se define como una conducta voluntaria dirigida a beneficiar a otros. Es decir, constituye un comportamiento que facilita las interacciones positivas con los otros; incluyendo la ayuda, el compartir, la colaboración y/o el apoyo a las demás personas.

Imagen relacionadaDicho comportamiento pro-social ha sido estudiado bastante últimamente dentro del área de la Psicología, ya que desempeña un papel fundamental en la formación de relaciones interpersonales positivas y el mantenimiento del bienestar personal y social.


Gracias a esta nueva tendencia en investigación psicológica se ha determinado que la empatía es fundamental como motivadora de una conducta pro-social.
Respecto a esto, cabe mencionar que la empatía -vista de manera multidimensional- tendría componentes cognitivos y emocionales que se relacionarían positivamente con la conducta pro-social. Estos serían por ejemplo: la capacidad de toma de perspectiva, la preocupación por el otro y la capacidad para compartir sentimientos.

Específicamente y en términos de género, se ha descubierto que las mujeres tendrían una mayor disposición empática que los hombres; lo cuál guardaría relación con niveles más bajos de agresión.
Varias investigaciones al respecto han determinado que la conducta prosocial sería un factor protector contra la conducta agresiva. Del mismo modo, ha quedado demostrado que individuos empáticos son menos agresivos por su sensibilidad y capacidad de comprender las posibles consecuencias negativas de su agresión.

Finalmente, al igual que la empatía, el autocontrol y la regulación emocional también desempeñarían un papel fundamental en la conducta pro-social y -en general- en el funcionamiento social de las personas. De la misma manera, las personas poco controladas e impulsivas serían propensas a ejecutar conductas desadaptadas.

Con el objetivo de favorecer un desarrollo positivo desde temprana edad, la Psicología ha ido recalcando la importancia de generar y educar este tipo de conductas en niños y adolescentes. Lo anterior, como un recurso fundamental de un desarrollo psicológico y emocional positivo

viernes, 10 de marzo de 2017

RELACIÓN ENTRE FAMILIA CON LA ESCUELA

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Las relaciones entre familia y escuela pueden considerarse un tema clásico en el estudio de la educación, ya que han sido objeto de reflexión y análisis desde hace años.



Familia y escuela tienen el objetivo común de educar a la persona, que es única y que necesita encontrar coherencia y continuidad entre los dos contextos. Ninguna de las dos debería afrontar en solitario el reto que supone la educación en nuestros días. Por ello, en estos momentos las relaciones entre familia y escuela se plantean en términos de complementariedad y apenas se cuestiona la necesidad de lograr una adecuada colaboración entre ellas. Dicha cooperación deberá respetar, en todo caso, el derecho fundamental de los padres como primeros responsables de la educación de sus hijos.

En el momento actual, el concepto de participación incluye una visión ampliada en la que las relaciones familia-escuela se plantean como un instrumento esencial para la mejora de los procesos y resultados educativos. Desde esta perspectiva, el papel de los progenitores se considera clave en los logros académicos de los hijos, por lo que se enfatiza la necesidad de dirigir los esfuerzos al logro de una colaboración efectiva entre padres y escuela.
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El hecho de que este enfoque plantee la implicación parental como una estrategia encaminada al logro de la calidad educativa no significa que se ignore el derecho a la participación de los padres como colectivo en el gobierno de la escuela y en la gestión del sistema escolar. Sin embargo, esta forma de participación se considera solo como una de las posibles facetas de la implicación parental, que no puede sustituir el papel que todos los padres deben desempeñar a título individual, acompañando y apoyando a sus hijos a lo largo de su trayectoria escolar. Además, una de las aspiraciones del sistema educativo consiste en la mejora de los resultados de todos los grupos sociales y, especialmente, de los más desfavorecidos.

jueves, 9 de marzo de 2017

ESTILOS EDUCATIVOS


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1. ESTILO AUTORITARIO.  Es un tipo de educación con una sola dirección, excesivamente recto y con prohibiciones; los adultos son la autoridad y los niños y niñas solo se limitan a obedecer.  Características:

  • Alto nivel de exigencia y presión con los pequeños.  Se espera de los niños y niñas que respondan de forma adecuada, no se les deja pasar ni una.
  • Aplicación de castigos y órdenes sin explicación de forma constante. Cuando el niño y/o niña no hace lo que se espera, sin más explicación, se aplica el castigo. Sin dejar que decida se le ordena como debe actuar. Cuando se les riñe se  critica directamente a la persona  en lugar de la acción. Las amenazas y prohibiciones son continúas.
  • Ausencia de dialogo. Los adultos imponen las normas, ordenan y castigan, no se paran a escuchar a los pequeños. La comunicación es pobre y escasa. Afirmación del poder del adulto, porque lo digo yo y punto.
  • El pequeño no participa, solo se espera obediencia. Los adultos imponen las decisiones y la solución a los conflictos. No se les deja pensar por sí mismos o decidir, con lo que contrariamente a lo que se pretende se les está sobreprotegiendo sin dejarles autonomía, sin permitirles experimentar el error y aprender del mismo.
Consecuencias Educativas.
  • Los niños y niñas criados con este estilo educativo, están acostumbrados a obedecer, no saben tomar decisiones. Esto hace que sean personas inseguras y llenas de miedos. Difícilmente tomarán una decisión por si solos, ya que temerán equivocarse, y tampoco sabrán solucionar conflictos.
  • Son niños y niñas sumisos y conformistas, no son líderes y aceptan la voluntad de los demás. Si no les dicen lo que tienen que hacer se sentirán perdidos e inseguros. Son niños y niñas muy obedientes pero también muestran altos niveles de dependencia.
  • Son pasivos y tímidos, desarrollan ansiedad por obtener la aprobación de los demás.
  • No suelen sentirse aceptados, su autoestima es baja. Suelen pensar que si no agradan a los demás no serán aceptados. Llegan incluso a sentirse culpables si no cumplen con los deseos de los demás
2. Estilo Permisivo. Este estilo educativo se caracteriza por escasos o nulos niveles de exigencia y control. Se les evitan conflictos y contrariedades a los pequeños y se les permite actuar como les plazca. Características
  • Ausencia de exigencias y de control. No se aplica ningún tipo de disciplina. Apenas hay reglas y las que hay se suelen incumplir sin consecuencias negativas.
  • No se les pide responsabilidades a los niños y niñas. Se tolera todo lo que hacen y nunca se les hace ver que con su actuación son responsables de determinadas consecuencias. La libertad es excesiva, en ocasiones no están preparados para ello.
  • Los niños tienen demasiado poder, están sobreprotegidos, consentidos y mimados.  Se le consiente todo y se le deja decidir aun cuando no está preparado para ello.
  • Nunca castigan a los niños y niñas y cuando se hace suele ser sin sentido, no se critica ni la acción ni la persona, directamente no se les quiere dañar con una crítica. Ante esto el pequeño no entiende que es lo que ha hecho mal.
Consecuencias educativas
  • Los pequeños suelen ser irresponsables. No son capaces de tomar ninguna responsabilidad. Las consecuencias de sus actos y errores suelen atribuirlas a factores externos.
  • Son niños y niñas inseguras, ya que todo lo que hacen vale, no saben cuando hacen bien o mal. No tienen la seguridad de saber cuando están haciendo bien.
  • Su autoconcepto y su autoestima suelen ser bajos. Hagan lo que hagan estará bien, no es por sus propios meritos o valor, por lo tanto no lo atribuyen a ellos mismos.
  • No saben enfrentarse a problemas o contrariedades. No aceptan que alguien les diga que hacen algo mal.
  • Son egocéntricos, dependientes, y carecen de capacidad de esfuerzo y autocontrol.
  • Anteponen sus deseos y necesidades.  Presentan problemas para las interacciones sociales, y no suelen cumplir las normas de comportamiento. Actúan según sus deseos.
  • Incumplen las normas y no entienden el sentido de las mismas.
3. Estilo Democrático. En este estilo educativo los pequeños son los protagonistas de su educación apoyados por la guía que les proporcionan los adultos. Tienen control y exigencia, pero basado en el dialogo, la comprensión y el afecto.  Características:
  • Este estilo se caracteriza por niveles adecuados de firmeza, control y exigencia, pero complementado con afectos y diálogos. Se establece un estilo flexible.
  • Se escucha a los niños y se les aporta las razones de las normas, se les ayuda a entender el sentido de las mismas.
  • Cuando es necesario se emplea el castigo, pero siempre criticando la acción y no a la persona. Además de castigos, se recompensa también las buenas conductas.
  • La toma de decisiones conjunta, mediante la negociación y el dialogo. Se ayuda a los niños y niñas a tomar decisiones, ni se les impone, ni tampoco se les deja solos. Se trata de esta forma que los pequeños construyan sus propios aprendizajes.
  • La relación entre los pequeños y los adultos esta basada en el respeto y la cooperación mutua.
  • En este estilo predomina la demostración de los afectos.
  • Se contribuye a que los pequeños asuman responsabilidades acordes a su edad.
Consecuencias educativas:
  • Como resultado de un estilo educativo democrático los niños y niñas son seguros de sí mismos y con niveles adecuados de autoestima y autocontrol.
  • Suelen tener éxito en las relaciones con los demás ya que saben cooperar y respetar a los demás.
  • El sentido de la responsabilidad de estos pequeños está bien desarrollado, saben tomar decisiones y colaborar en la solución de conflictos.
  • Son niños y niñas independientes, pero cariñosos.
4. Estilo Negligente. Los educadores no se encargan del pequeño. Sería la ausencia de estilo educativo. Características:
  • No se atienden las necesidades de los niños y niñas.
  • Indiferencia desde el punto de vista afectivo
  • No se practica ningún tipo de disciplina.
Consecuencias educativas:
  • Como resultado de una ausencia de estilo educativo nos encontramos con personas inseguras.
  • Es común que muestren conductas impulsivas, excesiva rebeldía, e incluso pautas de delincuencia.
  • Socialmente suelen ser solitarios y aislados, no saben relacionarse adecuadamente.
  • Estos niños y niñas viven con grandes carencias afectivas y por lo tanto se sienten vacios emocionalmente, su desarrollo afectivo es escaso. Se sienten rechazados y suelen presentar problemas emocionales.

CONTEXTO FAMILIAR

Es  innegable  la  importancia  que  tiene  la  familia  para  el  niño  y  la  niña,
Resultado de imagen para CONTEXTO FAMILIARespecialmente para su desarrollo social, ya que esta representa
el primer escenario esencial de la socialización.  El  sistema  familiar provee
un espacio psicosocial en el que los niños y las niñas obtienen los elementos distintivos de la cultura y las normas sociales que permiten su integración en la sociedad. La calidad de la relación familiar influye de una manera significativa en el desarrollo de la dimensión social, los estudiosos de la psicología reconocen la familia como un factor determinante en los procesos de socialización de la primera  infancia.
Las características  psicosociales  e  institucionales  de  la familia y las relaciones interpersonales que se establecen entre los integrantes de   la   familia,   que   involucra aspectos   de   desarrollo,   de   comunicación, interacción   y   crecimiento   personal,   tienen   una   influencia   directa   en   el desarrollo social de los hijos y las hijas.

La  familia  como  contexto  primordial  es  donde  el  niño  y  la  niña, consiguen las  cualidades  primarias  de  subjetividad  que  lo diferencian como seres sociales y pertenecientes a un determinado régimen social.
La familia es  una  unidad  activa,  flexible  y  creadora,  es  una  institución  que  resiste  y actúa  cuando lo considera necesario, es una red de relaciones vividas.

Los padres han sido reconocidos como los principales protagonistas y la familia  como  el
Primer escenario  de  la  socialización  del  niño  y  la  niña.  Son muchas las teorías sobre la socialización que exaltan la presencia de una fuerte asociación entre el tipo de relaciones padres-hijos-hijas existente en la familia y el desarrollo de los hijos e hijas (Cortés y Cantón, 2000; Dumas y La-Freniere, 1993, Rothbaum  y  Weisz, 1994).

En  la  familia  los  factores  contextuales  de apoyo impulsan la  competencia  y  adaptación  del  niño  y  la  niña  en  distintos ambientes y niveles evolutivos, mientras que los factores adversos conciernen con   un   aumento   de   la   probabilidad   de   que   se   presenten   disfunciones conductuales.
Una  constante  en  los  diferentes  enfoques  de  la  investigación  sobre  la
familia  es  el  reconocimiento  de su  importancia  en  la  socialización  de la primera infancia. Como señalan Lila (1994) y Musitu y Cava (2001), una de las principales funciones  de  la familia  es  la  socialización, el  sistema  familiar proporciona a estos el espacio psicosocial en el que obtener, percibir y someter a prueba los componentes
particulares de la cultura y las normas sociales que posibilitan su integración  en  la  sociedad  y en  ella  se  establece  un  interacción bidireccional, donde  las  acciones  de  unos,  y  los efectos que  tuvieron  éstas, intervendrán siempre  en  las  acciones  de  los  otros.  En  el  seno  familiar  según Musitu y Cava (2001) se consiguen los valores, creencias, normas y formas de conducta ajustados a  la  sociedad.  Así,  la  familia presenta  a  los  niños  y  las niñas,  los  diversos  elementos  propios  de  la  cultura,  determinando  en  cierta  medida el éxito  social  de  estos.  Sin  embargo, los  infantes
no  actúan en  dicho proceso  como  sujetos  pasivos;  la  socialización  es  un  proceso  interactivo mediante el cual se transfieren los contenidos culturales que se incorporan en
Forma de conductas y creencias a la personalidad de los  seres humanos.  Para
León,  Cantero  y  Medina  (1998)  la  participación  activa  del  niño  y  la  niña  se
Afirma por el aprendizaje y la interiorización de la estructura social en la que se encuentran inmersas. La socialización   en   la   familia   es   un   proceso   de   aprendizaje   no formalizado,  en  el  que  para  Musitu  y  Allatt  (1994)  a  través  de  un  complejo El proceso  de  interacciones,  el  niño  y  la  niña  asimilan  conocimientos,  actitudes, valores,  costumbres,  necesidades,  sentimientos  y  demás  patrones culturales que  caracterizan  para  toda  la  vida  su  estilo  de  adaptación  al  ambiente.  Este proceso, es el resultado de una interacción persistente entre el socializando y los  otros  significativos.