Es innegable la
importancia que tiene
la familia para
el niño y
la niña,
el primer escenario esencial de la socialización. El
sistema familiar provee
un espacio psicosocial en el que los niños y las niñas obtienen los
elementos distintivos de la cultura y las normas sociales que permiten su
integración en la sociedad. La calidad de la relación familiar influye de una manera
significativa en el desarrollo de la dimensión social, los estudiosos de la
psicología reconocen la familia como un factor determinante en los procesos de
socialización de la primera infancia.
Las características
psicosociales e institucionales de la
familia y las relaciones interpersonales que se establecen entre los
integrantes de la familia,
que involucra aspectos de
desarrollo, de comunicación, interacción y
crecimiento personal, tienen
una influencia directa
en el desarrollo social de los
hijos y las hijas.
La familia como
contexto primordial es
donde el niño
y la niña, consiguen las cualidades
primarias de subjetividad
que lo diferencian como seres
sociales y pertenecientes a un determinado régimen social.
La familia es una unidad
activa, flexible y
creadora, es una
institución que resiste
y actúa cuando lo considera
necesario, es una red de relaciones vividas.
Los padres han sido reconocidos como los principales protagonistas y la
familia como el
Primer escenario de la
socialización del niño
y la niña.
Son muchas las teorías sobre la socialización que exaltan la presencia de
una fuerte asociación entre el tipo de relaciones padres-hijos-hijas existente
en la familia y el desarrollo de los hijos e hijas (Cortés y Cantón, 2000;
Dumas y La-Freniere, 1993, Rothbaum
y Weisz, 1994).
En la familia
los factores contextuales
de apoyo impulsan la
competencia y adaptación
del niño y
la niña en
distintos ambientes y niveles evolutivos, mientras que los factores
adversos conciernen con un aumento
de la probabilidad de
que se presenten
disfunciones conductuales.
Una constante en
los diferentes enfoques
de la investigación
sobre la
familia es el
reconocimiento de su importancia
en la socialización
de la primera infancia. Como señalan Lila (1994) y Musitu y Cava (2001),
una de las principales funciones de la familia
es la socialización, el sistema
familiar proporciona a estos el espacio psicosocial en el que obtener,
percibir y someter a prueba los componentes
particulares de la cultura y las normas sociales que posibilitan su
integración en la
sociedad y en ella
se establece un
interacción bidireccional, donde
las acciones de
unos, y los efectos que tuvieron
éstas, intervendrán siempre
en las acciones
de los otros.
En el seno
familiar según Musitu y Cava
(2001) se consiguen los valores, creencias, normas y formas de conducta ajustados
a la
sociedad. Así, la
familia presenta a los
niños y las niñas,
los diversos elementos
propios de la
cultura, determinando en
cierta medida el éxito social
de estos. Sin
embargo, los infantes
no actúan en dicho proceso
como sujetos pasivos;
la socialización es
un proceso interactivo mediante el cual se transfieren los
contenidos culturales que se incorporan en
Forma de conductas y creencias a la personalidad de los seres humanos. Para
León, Cantero y
Medina (1998) la
participación activa del
niño y la
niña se
Afirma por el aprendizaje y la interiorización de la estructura social
en la que se encuentran inmersas. La socialización en
la familia es un
proceso de aprendizaje
no formalizado, en el
que para Musitu
y Allatt (1994)
a través de
un complejo El proceso de
interacciones, el niño y la
niña asimilan conocimientos, actitudes, valores, costumbres,
necesidades, sentimientos y
demás patrones culturales
que caracterizan para
toda la vida
su estilo de
adaptación al ambiente.
Este proceso, es el resultado de una interacción persistente entre el
socializando y los otros significativos.
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