Cuando
el niño crece todo él es emotividad, y sus
expresiones explosivas de rabietas, gritos o enfados, son naturales. Y más que
conductas que hay que reconducir o controlar, debemos pensar que significan
algo y que pueden esconder, sobre todo si son exageradas, un sufrimiento
emocional que solamente de esta forma están sabiendo sacar fuera.
Las
emociones y especialmente si son en descarga explosiva sirven para expresar y también nos dan
pistas sobre lo que bulle en el alma de nuestro hijo. No hay que controlarlas,
ni regañar por ello, ni burlarse, ni enfadarse. Las emociones curan y
transmiten la necesidad del niño.
Emociones básicas en el niño
Miedo: Puede que en un momento determinado Miedo necesite hacer
acto de presencia. Si nuestro hijo no tuviera miedo de nada, pondría en riesgo
su vida constantemente. El niño tiene miedo a caerse, miedo a tropezar... pero
también tiene miedo a no ser capaz de lograr lo que se propone. El miedo hace
que el niño se marque retos y que luche por superarlos. Que aprenda. Y, por qué
no, que se sienta invencible. Pero es un arma de doble filo: el miedo también
le puede bloquear e incluso, conducir al pánico. Es el máximo nivel de alerta
de nuestro cuerpo: si enseñamos a nuestro hijo a utilizar el miedo para crecer,
será un arma poderosa para él.
Asco: El asco ayuda a elegir, a aprender a decir No. Ayuda al
niño a formar una personalidad: 'quiero esto porque esto otro no me gusta'. Si
no existiera el asco (no entendido sólo como asco a un alimento, sino con rechazo
a determinadas cosas o aspectos de la vida), nuestro hijo sería tan sumamente
conformista que no podría tener una personalidad fuerte ni tomar decisiones
importantes en la vida.
Ira: Cierto, la ira es la 'menos lista' de las emociones. Cuando
se deja llevar, no existe el razonamiento. Explota. Pero es necesaria, sí. A
veces la ira desemboca luego en tristeza... y la tristeza da paso a la alegría.
De la ira también se aprende. Es normal que aparezca Ira en nuestro hijo cuando
alguien le pega, o cuando se aprovechan de él. Es en cierta forma, un arma de
defensa, una forma de entender 'esto no me gusta' ¡esto me enoja'... 'no quiero
sentirme así'. Y en ese momento Ira pone en marcha un mecanismo para pensar
cómo defenderse ante todo eso que le provoca enfado.
Tristeza: Sin la tristeza no podría existir la alegría. Son
complementarias. ¿Cómo íbamos a saber lo maravillosa que es la risa si nunca
lloramos? La tristeza a menudo nos hace reflexionar y ahondar más en nuestros
sentimientos. ¿Por qué nos sentimos tristes? ¿Qué podemos hacer para evitarlo?
Pero cuidado: la tristeza también puede llevar al niño a perder ilusión y
llevarle a la depresión. Siempre, tras un momento de tristeza, debemos intentar
que vuelva a aparecer la alegría.
Alegría:
La alegría es el motor que mueve la vida de nuestro hijo. Todos queremos que
nuestro hijo sea alegre, que sea feliz. Pero debemos entender que es imposible
que siempre sea así. La Felicidad está formada por grandes momentos de alegría
y pequeños instantes de ira, miedo, tristeza y asco. Porque alegría también
necesita del resto para continuar su camino.